MARTE

Este planeta en una carta astral representa nuestra masculinidad entendida como nuestra facultad para atacar, defendernos y luchar resolutiva y enérgicamente por nuestros objetivos y contra las dificultades que impiden manifestar nuestra voluntad de ser quienes somos. Según en qué signo esté, tendremos diferentes estrategias para ello.

Probablemente sea el planeta que mejor ha sido contrastado mediante metodología rigurosa gracias a Michel Gauquelin y las posteriores revisiones del psicólogo experto en Psicología de la Personalidad, Suitbert Ertel. Las investigaciones apuntan a que Marte está positivamente correlacionado con profesiones como deportistas, militares, científicos, médicos y jefes de empresa; y negativamente correlacionado con escritores, pintores y músicos, todo lo cual apoya la tradición astrológica.

En la actualidad, en un momento en el que la masculinidad de los hombres está en crisis, este planeta, según en qué circunstancias esté en nuestra carta natal, nos dará información útil sobre cómo conectar con nuestro lado masculino más terrenal: nuestro varón o macho interior. Para entender esto es útil ir a lo más elemental: el dimorfismo sexual. Las diferencias entre machos y hembras en nuestra especie nos ofrecerán claves para entender a Marte. Aclarar que cada sexo tiene su especialización y es absurdo entrar en debates del tipo “ser de un sexo es mejor que ser del otro” -tan absurdo como no reconocer sus diferencias- pues lo que es ventaja para una cosa, es desventaja para otra. También aclarar que todos los hombres y mujeres tienen a Marte en la carta natal, y que habrán cartas de mujeres con este planeta muy fuerte y cartas de hombres con Marte débil. Una vez aclarado esto, veamos qué podemos sacar en claro del dimorfismo sexual. La diferenciación sexual ocurre a las ocho semanas de gestación y los conductos de Wolf y Müller son el punto de partida. Estas estructuras primordiales coexisten al principio, pero luego, si el sexo es masculino, los conductos de Wolf se diferenciarán y los conductos de Müller irán desapareciendo. En cambio, al formarse el sexo femenino, los conductos de Müller se desarrollarán pero los conductos de Wolf no desaparecerán. Podemos decir, así pues, que masculinizarse implica excluir lo que no es propio, supone ser antimülleriano. Por el contrario, lo femenino aparece aquí, como Venus, como una energía no excluyente, todo lo contrario. Así pues, podemos relacionar lo masculino como energía excluyente y antagonista. Si continuamos observando el proceso de masculinización, veremos lo que ocurre con la llegada de hormonas al cerebro. Mientras que las hormonas femeninas -los estrógenos- dotan a las mujeres de más instinto de protección, las hormonas masculinas -los andrógenos - hacen al varón menos sensible a las emociones y a la relación social. Es así como vemos que se va perfilando una energía egoísta y unidireccional. Efectivamente, Marte no es una energía empática. Por último, todo queda más claro y consistente cuando se analizan los efectos funcionales y psicológicos de la testosterona, la hormona masculina por excelencia, la cual se ha constatado en íntima relación con la energía física y mental, la agresividad, la libido, la asunción de riesgos y el egoísmo.

Veamos ahora lo masculino desde un punto de vista histórico-sociológico. Según investigaciones, lo masculino está asociado a una naturaleza y actitud orientada a los extremos, a triunfar o morir, actitud necesaria para la reproducción, lo cual supone mayores éxitos pero también mayores derrotas por lo que se puede pasar de aspirar a lograr la cima y ser un héroe, a ser un perdedor y un delincuente. Esta es una de las explicaciones que expuso Roy F. Baumeister, profesor de Psicología Social de la Universidad de Florida, en un libro titulado “Is There Anything Good About Man?”. Baumeister defiende que es propio de los hombres estar en la cima social pero también en lo más bajo. El estar en los extremos incluso se refleja genéticamente lo cual, entre otras cosas, explica porqué se da en los hombres mayor genialidad pero también mayor retraso mental. Lo femenino, en cambio, aparece como un principio que apuesta por ir a lo seguro, por ser estable y con tendencia a la normalidad y a las relaciones armoniosas, lo cual Baumeister dice ser lo más inteligente si aceptamos que la mujer busca relaciones para reproducirse y un entorno seguro donde criar.

Exploremos con más detenimiento la faceta agresiva de Marte, planeta significador de la guerra. Según el entomólogo y biólogo Edward O. Wilson, la conducta agresiva es una capacidad innata que todos llevamos dentro y que se activa y desactiva con increíble plasticidad según circunstancias. Una primera circunstancia es que el ataque a nuestra persona o a nuestros seres queridos es suficiente para despertar nuestro Marte interior. Wilson refiere al caso de los seamí, una sociedad que no conocía la violencia, pero que en 1950 fueron reclutados por el gobierno colonial británico para combatir a las guerrillas comunistas y que, en contra de todo pronóstico, sorprendieron por ser excelentes máquinas de matar. Este cambio repentino se debió a que los terroristas comunistas habían matado a parientes de los soldados semaí. Esto fue suficiente para entrar en un estado que ellos mismos calificaron de “embriaguez de sangre”. Otra circunstancia motivadora de la mayoría de conductas agresivas se debe a un “excesivo agrupamiento en el medio ambiente”, es decir, a una sobresaturación de personas en un mismo territorio. Conductas relacionadas con la defensa y conquista del territorio, la afirmación de dominio dentro de grupos bien organizados, incluso la escorpiana agresión moralista y disciplinaria para hacer cumplir las reglas de la sociedad, son motivadas, pues, por una densificación de la población. Marte aparece así como un mecanismo de regulación relacionado con la elevación de la tasa de mortalidad y la disminución de la tasa de natalidad, puesto que estas conductas incitan a la dispersión de la población.

Existe una agresividad sana relacionada con la protección contra los ataques. Si no fuera por Marte, no tendríamos manera de afrontar los inevitables conflictos y no sabríamos cómo evitar ser anulados. Con este planeta podemos enemistarnos, lo cual es algo propiamente masculino, al menos en cuanto a enemistades declaradas abiertamente. Marte, por tanto, representa la capacidad de polemizar, de mantener la tensión de un desacuerdo o una contradicción.

Marte permite la lucha por la independencia y contra aquellos que quieren dominarnos. La dominancia, entonces, aparece aquí como otra faceta de la agresividad. No sólo aparece la agresividad como mecanismo de defensa. Si tenemos que defendernos es porque hay ataques, y Marte aquí también es responsable. El astrólogo Howard Sasportas, en La dinámica del Inconsciente, al hablar de la concepción romana del Dios Ares, aporta una de las claves para entender lo mejor y peor de este planeta: “El Marte romano iba acompañado por el honor y la virtud. Es honorable defender el propio terreno, valorar lo que uno es y convertirse en aquello que uno está destinado a ser. Es virtuoso cumplir el propio destino. Los romanos creían que su destino y su finalidad era gobernar el mundo y llegar a imponerle su derecho (...). Negativamente, por cierto, al Marte romano se lo podía usar para justificar que se le cortara la cabeza a un enemigo que se oponía a la finalidad romana. Pero más positivamente, para los romanos el principio de Marte significaba defender su identidad y tener el valor de cultivar y honrar su propia y auténtica naturaleza.” Marte es la voluntad que lleva a la acción nuestro propósito, es el deseo de llegar a ser lo que somos y lo que podemos ser; es, en palabras de Rudhyar, “la fuerza que mueve a germinar a la semilla”. Marte aparece aquí como aquello que nos permite afirmar lo que somos, con independencia, ser la semilla que somos y crecer dignamente, vivir nuestro Sol, nuestro propósito vital.

Pese a que sería ideal que todos fuéramos lo que somos sin conflictos, la realidad es que el margen de acción es limitado y los caminos se cruzan y muchas veces se contraponen: un número limitado de plazas para un puesto de ejecutivo en una multinacional, una final de la Copa del Mundo de Fútbol donde solamente puede haber un ganador, una disputa por una propiedad que se juzga como propia, etc. Vivimos en un mundo finito y una moderna concepción de la territorialidad nos impulsa a competir y dominar el mundo exterior donde no queda otra que luchar y demostrar quienes somos. Así pues, emociones como la frustración, la ira, el odio o la cólera, serán resultado de no haber sabido allanar el camino hacia nuestro propósito o de haber encontrado resistencia y obstrucción en dicho camino. Decir que según signo, casa y aspectos a Marte, obtendremos la estrategia más óptima para luchar, atacar o defendernos. También nos indicará aquello que percibimos como frustrante. A la hora de atacar, Marte deberá, por un lado, contar tanto con la fuerza yang de Aries (un “ejército” valiente y poderoso, es decir, un poder ejecutor) como con la fuerza yin de Escorpio (la sutilidad del engaño y el sometimiento sin lucha). Además, con tal de combatir con inteligencia, Marte deberá colaborar con otros planetas como el Sol (que aporta liderazgo, dignidad y claridad), Júpiter (que proporciona visión global) y Saturno (que dota de estrategia, paciencia y rigor).

Por otra parte, Marte establece cómo nos relacionamos con los hombres. En mujeres heterosexuales y hombres homosexuales, Marte indica qué tipo de hombres son atractivos y a menudo está en el signo dominante de nuestra pareja. Respecto a esta faceta sexual de Marte, este planeta aporta claves para conectar con nuestro lado seductor y libidinoso, con nuestra apetencia sexual, con el deseo de acercarnos y conquistar a una persona con la que queremos tener una relación. El signo y otras variables implicadas nos dirán cuál será nuestra mejor estrategia. Por otro lado, Esther Perel, experta en Psicología de la Sexualidad, da cuenta de que actualmente la mayoría problemas sexuales de pareja se deben a una falta de deseo proveniente, entre otros motivos, a una falta de egoísmo. Efectivamente, Marte sirve para poder no complacer a la pareja y sentirnos bien, para conectar con la soledad de nuestro propio placer y buscar nuestro orgasmo sin estar preocupado por el placer del otro. Y esto no es todo, este egoísmo también sirve para no mantener una relación sexual con la pareja a pesar de su deseo. De esta manera, el no logro de lo que se desea se traduce en más deseo, lo cual es una excelente manera de avivar el fuego de la pasión.

Marte nos activa, nos pone en marcha, es una forma de liberar energía y tensiones. La propia fisiología de la agresividad (aceleración del ritmo cardiaco y respiratorio, mayor glucosa en sangre, etc.), así como el espíritu competitivo, indica una disposición óptima para el deporte. La investigación de Gauquelin obtuvo su mayor éxito en deportistas de élite al hallar una ocurrencia positiva cuya probabilidad no podía deberse al azar (una posibilidad entre cinco millones) y que fue replicada en varias ocasiones por investigaciones independientes. La visceralidad de Marte es ideal para combatir, aunque pueda desembocar en actitudes violentas. Al mirar la carta de dos deportistas famosos, entre otras cosas, por haber mordido a sus contrincantes, vemos a Marte fuerte. Este es el caso de Luis Suarez (Marte en Aries) o Maike Tyson (Marte cuadratura Plutón). También nos encontramos con Martes muy poderosos en campeones de los cien metros lisos como Usain Bolt (9,58 s en 100 metros lisos), con Marte en la primera casa cuadrado a Júpiter o Florence Griffit Joyner (10,49 en la misma prueba), con Marte conjunto al regente, Júpiter, y todo cuadrado a Plutón.

Económicamente, Marte conforma una red de industrias que son motor de la economía mundial. Y eso ocurre porque, aunque sea tabú reconocerlo, a los hombres les apasiona Marte, los que en su mayoría sueñan despiertos con ser maestros en artes marciales, killers como Rambo y galanes como Casanova o el agente secreto James Bond. Volviendo al aspecto económico, es consabido los trillones de dólares que mueven a nivel mundial la industria de la violencia (armamento, deportes de combate, cine, TV, videojuegos, etc.) y el sexo (pornografía y prostitución). Además, aunque no exclusivamente, Marte está relacionado con otras industrias como la energía, el deporte y la empresa en general. Cabría esperar que los hombres más ricos del mundo (Warren E Buffett, Bill Gates, Amancio, Carlos Slim Helú...) tuvieran en sus cartas natales Martes muy eficaces y así es. Y es que leyendo el perfil psicológico del hombre de negocios según el psicólogo Lévy-Leboyer no podemos sino entender el papel fundamental que juega Marte en los negocios: “de juicio rápido, sentido muy fuerte de las realidades, necesidad de resolver los problemas que se presentan, energía y actividad, necesidad de promoción continua (siempre se presenta una nueva meta cuando se ha alcanzado la anterior) satisfacción que proviene inmediatamente de las realizaciones aunque éstas estén dentro de un cuadro de aspiraciones más vastas”.

Para acabar, científicos célebres como Marie Curie, Leonardo Da Vinci, Steven Hawking o Benjamin Franklin estaban fuertemente motivados por Marte. Marte está relacionado con la realización, con la pura realidad, con la determinación y la concreción. Tal como dice el filósofo Patrice Guinard, “el marciano se afirma afirmando el mundo”. Marte se realiza haciendo que el mundo se exprese crudamente, por ello está relacionado con la experimentación y la ciencia, así como con la ingeniería, disciplinas donde vale la pena recordar que se observa una importante escasez de mujeres, lo cual es una cuestión de motivación y no de capacidad. Esto revela, una vez más, de qué manera este planeta no está conectado con la sensibilidad e interés por el bienestar ajeno, como sí lo estarían planetas como Venus, la Luna o Neptuno.

Aleix Mercadé, 2015.